XI


"No sé si despertar
las abejas que han dormido en mis oídos,
y esos sueños plateados,
como pensamientos oradados en el frío.

Si al final, como un sol extenuado,
caigo al mar por los ocasos repelidos,
como ceniza es polvo desventrado,
que con color totalmente difumina.

U olvidar
todas esas aves, tiempos enjaulados
entre barrotes de mármol para cielos despejados.

 O dormir
por las raíces quebradas
de los desvencijados árboles quemados
en la tierra del amor rojo
donde lo más profundo era carcoma,
que como negro petróleo asoma.

No sé si arropar
mi cuerpo con tus labios,
y entre dos dunas desiertas
brillará cada paso caminando.

O quemar
mis manos arañadas por los prólogos,
muertas en los preámbulos,
mientras la dedicatoria puesta en el ángulo,
refleja tus ojos, tu nombre, todo.

Porque todo se queda en poco
cuando los segundos forman un embudo
más estrecho que mi frente,
más extenso que mi mente,
y la línea se traza
del ecuador de la tierra
a los fríos parajes
de la poesía olvidada."

Rezgo Reis

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